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Los Trastornos de Alimentación: Más Allá de la Superficie


Trastornos de alimentación como Anorexia, Bulimia, Ortorexia, Atracones


Si bien en la búsqueda de información sobre los trastornos de alimentación se pueden encontrar definiciones técnicas, quisiera abordar este tema desde una perspectiva más personal, desde la vivencia de aquellos que lo padecen o lo hemos padecido.


Los trastornos de alimentación no comienzan con la intención de sumirse en una enfermedad mental. Más bien, se originan en el deseo de mejorar, de alcanzar un cuerpo socialmente aceptado. Inicialmente, surge como un pensamiento de comer un poco menos, hacer un poco más de ejercicio o probar alguna dieta encontrada en internet. Sin embargo, este pensamiento se convierte en una voz, al principio confundida con la propia, pero que gradualmente se convierte en algo distinto, algo que toma el control.


Esa voz se convierte en una amiga aparentemente buena

Te ofrece la promesa de la felicidad absoluta y el cuerpo "perfecto". Te felicita cuando cumples sus exigencias, y aquí es donde surge la pregunta, ¿qué significa hacerlo "bien"? La voz crece hasta apoderarse completamente de tu identidad. De repente, te conviertes en un títere de tu propia mente, donde el día se centra en la comida, el cuerpo y pensamientos abrumadores que transforman tu vida.


Pasar de disfrutar la vida a evitar salir por miedo a la comida, experimentar un constante vacío emocional, cambios de humor y conflictos con seres queridos son solo algunas de las consecuencias. La voz que prometió felicidad se convierte en tu mayor verdugo, pero desvincularte de ella resulta difícil. Has construido tu realidad en torno a sus falsas promesas, y la ilusión de que, de alguna manera, podría funcionar sigue presente.


Te hundes más en la enfermedad, ocultando tus acciones por miedo a que te descubran.

Pedir ayuda se vuelve un desafío monumental, ya que implica renunciar a la parte de ti que "quieres". Es enfrentarse a la aceptación de que el cuerpo soñado puede no llegar nunca, y también significa luchar contra la voz en tu cabeza, desafiando sus órdenes y soportando la culpa que insiste en que estás equivocado.


Los trastornos de alimentación van más allá de la anorexia y la bulimia.

Incluyen la voz que impulsa hacia los atracones, generando una ansiedad que te lleva a comer sin control. La culpa resultante crea una sensación abrumadora de no valer nada, alimentando el ciclo destructivo.


Estos trastornos son una lucha constante entre querer recuperar la vida y temer la pérdida de control. La complejidad radica en no saber quiénes somos sin esa voz, el miedo a ser juzgados nuevamente y la creencia de que sin ella se perderá el control.


La gente puede no entender por qué alguien no querría recuperarse de una enfermedad tan perjudicial. La respuesta, en pocas palabras, es que el trastorno se convierte en el dictador de la vida, superando incluso a quienes están más cerca. Comprender los trastornos de alimentación implica ir más allá de las definiciones técnicas y adentrarse en las complejidades emocionales y mentales que rodean a quienes luchan contra ellos.


¿Por qué pasan?

Ahora, adentrándonos en la raíz de estos trastornos, es crucial entender que no son caprichos ni etapas pasajeras. Más bien, son respuestas del cerebro ante traumas experimentados por una persona. Es fundamental desmitificar la idea de que los traumas son exclusivamente eventos extremadamente impactantes, ya que, en realidad, un trauma puede ser cualquier experiencia que abrume las capacidades de afrontamiento de una persona en ese momento.


Estos trastornos de alimentación actúan como mecanismos de defensa, desarrollándose en momentos de cambios significativos en la vida de una persona. Importa poco la edad, el género o el estrato socioeconómico, ya que estos trastornos no discriminan en sus afectados. De ahí la dificultad para liberarse de ellos: mientras la persona no encuentre otras formas de afrontar sus traumas, los trastornos de la conducta alimentaria persistirán como un recurso principal.


Es crucial reconocer que el camino hacia la recuperación implica más que simplemente superar la obsesión con el cuerpo y la comida. Requiere abordar los traumas subyacentes y aprender estrategias de afrontamiento más saludables. Aquí es donde entra en juego la importancia de un tratamiento interdisciplinario que incluya la psicología, la psiquiatría, la nutrición y otros especialistas médicos. Este enfoque integral permite abordar cada aspecto del trastorno y proporcionar a la persona las herramientas necesarias para enfrentar y superar los desafíos que se presentan.


Entender los trastornos de alimentación como respuestas a traumas permite alejarse de la estigmatización y fomenta un enfoque más compasivo hacia quienes los padecen. Reconocer la complejidad de estos trastornos es el primer paso hacia una comprensión más profunda y un tratamiento más efectivo.



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